INTRODUCCIÓN
Las teorías que estudian como se desarrolla el cambio
desde el consumo hasta la abstinencia, han analizado el abandono
del consumo de drogas desde una perspectiva de proceso, resaltando
la importancia de la recaída dentro del mismo como un valor
específico que requiere un estudio concreto y definido,
superando el modelo dicotómico de "consumo o abstinencia".
La teoría sobre el cambio más divulgada y sobre
la que se han realizado más estudios científicos
es la trasteórica del cambio (Prochaska y DiClemente, 1992;
Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992; Prochaska y Prochaska,
1993). Estos autores consideran que desde el consumo hasta el
mantenimiento de la abstinencia existen una serie de estadios
comunes y experimentados a través de los cuales la persona
no progresa linealmente. La recuperación de una adicción
requiere del aprendizaje a lo largo del tiempo y este aprendizaje
está estrechamente relacionado con las recaídas
o vueltas al consumo después de la abstinencia y con los
múltiples intentos que realiza un consumidor de drogas
para superar el hábito. El trabajo clínico de las
personas que intervienen en drogodependencias comprueba esta realidad,
dedicando gran parte de sus esfuerzos a trabajar sobre las recaídas.
Las recaídas se pueden analizar tanto desde la perspectiva
de prevención como de abordaje clínico. El presente
artículo se centra en el tratamiento y afrontamiento de
la recaída desde los profesionales que trabajan en drogodependencias,
mediante el estudio, tanto de la definición de recaídas,
como de una tipología clínica de las mismas, lo
cual nos va a permitir comprender este fenómeno y formular
diferentes estrategias para su abordaje.
DEFINICIÓN DE RECAÍDA
El mantenimiento de la abstinencia es el objetivo último
dentro del proceso de cambio que se inicia para dejar las drogas.
Esta abstinencia va a estar dificultada por las características
adictivas de la sustancia y por cómo se ha integrado la
droga dentro de la forma de vida de la persona. La principal amenaza
para la abstinencia es la recaída y la definición
de esta es crucial, ya que delimita los procesos de recuperación
de la adicción.
Marlatt y Gordon (1985, 1996) definieron la recaída como
el restablecimiento de la conducta adictiva, pensamientos y sentimientos
asociados a la conducta adictiva, después de un período
de abstinencia. Según estos autores, las causas más
comunes que aparecen concomitantes a una situación de recaída,
se refieren a que la persona nunca ha aprendido las habilidades
necesarias para lograr y mantener la abstinencia. La persona fracasa
al reconocer las situaciones de riesgo de recaída y reacciona
demasiado tarde. Existe dificultad para manejar la ansiedad o
cualquier estado emocional negativo, lo cual bloquea la posibilidad
de dar una respuesta adecuada al control. La persona espera que
la droga le ayude a aliviar, evitar o mejorar la situación
que está viviendo.
Este modelo de recaídas permite distinguir entre caída y recaída
como dos sucesos diferentes. La caída
es un consumo puntual que no supone retroceso a la línea
base de consumo que existía antes de tomar la decisión
de cambio. La recaída implica además
del consumo de drogas, la vuelta a un estilo de vida anterior;
los mismos ambientes, el delinquir, etcétera.
Desde una teoría basada en el cambio como proceso, la
ruptura de la norma autoimpuesta de estar abstinente puede significar
un retroceso, pero no implica necesariamente un paso atrás
de mayor envergadura y no tiene porque significar una recaída
total.
Ante una caída es importante actuar para prevenir la recaída.
Las caídas se suelen manifestar en situaciones de homenaje
y de permiso para el consumo y suelen coincidir con ocasiones
puntuales de celebración como cumpleaños, Navidad,
etcétera. Pero también pueden manifestarse como
un salto de la norma. Son el primer paso para una recaída
y son señales de alerta.
Esta concepción determina la recaída como un indicativo
de que algo va mal y de la necesidad de volver a analizar la organización
planteada. Según la lectura o interpretación que
se dé al consumo, se podrá responder de forma diferente
al mismo.
García y Graña (1987) definen la recaída
teniendo en cuenta los factores anteriormente mencionados, como
el retorno al comportamiento adictivo o al estilo de vida anterior,
después de un periodo inicial de abstinencia y de cambio
de estilo de vida como mínimo de entre uno y tres meses.
El modelo de la elección conductista (Tucker y cols., 1985;
Vuchinich y Tucker, 1988) argumenta que el consumo puntual puede
estar asociado a la disponibilidad de la sustancia y el consumo
reiterado o recaída a reforzadores positivos y negativos,
bien por las consecuencia agradables (refuerzo positivo) o mediante
la terminación de una consecuencia aversiva (refuerzo negativo).
La conducta de administración de drogas estará determinada
por las consecuencias.
La recaída en relación con el proceso de cambio
y su significación para el mismo, ha sido estudiada por
Shiffman (1989). Este autor distingue la recaída como el
fin del esfuerzo realizado para el cambio hacia la abstinencia
y la caída como un lapso o única infracción
de la norma de la abstinencia. Algunos autores sostienen que las
caídas se producen por una activación de la motivación
hacia el consumo o craving de corta duración y que las
recaídas son consecuencia de un craving más duradero
e intenso (Ludwing, 1986; Niaura y cols., 1988).
La definición más operativa ha sido la presentada
Chiauzzi (1991). La recaída como una señal de disfunción
y como el restablecimiento de la conducta adictiva, pensamientos
y sentimientos después de un periodo de abstinencia. La
recaída implica la interacción de factores biológicos,
psicológicos y sociales. Estos factores están influidos
por su historia de aprendizaje, su funcionamiento físico,
su predisposición psicológica y su entorno.
Según Casas (1995), el consumo puntual es la prueba que
realiza el usuario para saber si puede mantenerse en la abstinencia.
Se toma el contacto con la droga pero sin sistematizar el consumo.
Las recaídas pueden ser normativas o patológicas.
Las primeras son cuando el sujeto consume pero mantiene el contacto
con el grupo terapéutico, mientras que en las segundas,
hay un abandono del tratamiento.
EXPERIENCIAS DE ABSTINENCIA A LO LARGO DEL PROCESO
DE CAMBIO DESDE EL CONSUMO A LA ABSTINENCIA
La definición de recaída aportada por Marlatt (1985,
1996) y por Prochaska y DiClemente (Prochaska y DiClemente, 1992;
Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992; Prochaska y Prochaska,
1993), sitúan a la misma en un momento de cambio en el
cual se ha tomado la decisión de abandonar el consumo,
el sujeto se ha preparado para el cambio que supone, se han realizado
las acciones necesarias para conseguirlo y el objetivo que se
plantea es el de mantener la abstinencia a largo plazo.
Sin embargo, en el trabajo clínico cotidiano nos encontramos
con pacientes que se encuentran abstinentes pero, a los cuales,
difícilmente, les podemos suponer haber pasado por el proceso
de cambio. Es decir, nos encontramos con pacientes que llevan
un tiempo de abstinencia, sin haber tomado una decisión
personal de cambio, o sin aceptar introducir todos aquellos cambios
relacionados con su estilo de vida y necesarios para lograr el
objetivo de mantener la abstinencia a largo plazo.
En este sentido, se pueden distinguir tipos de experiencia de
abstinencia a lo largo del proceso de cambio, generalmente, seguidas
por la vuelta al consumo de drogas. Estas situaciones han sido
ampliamente reconocidas por la población consumidora de
heroína, como experiencias de aprendizaje que permiten
y favorecen la reflexión en torno a la metodología
utilizada para dejar el consumo y mantenerlo(Lledó,2001).
1. Abstinencia motivada por coacción externa
Suelen aparecer en el momento precontemplativo y contemplativo
del proceso de cambio. El tratamiento y la abstinencia se derivan
de la coacción externa, tanto proveniente de la prisión,
como de la familia, como una situación económica
precaria, laboral, etc. Generalmente, durante esta experiencia
de abstinencia, suelen darse consumos puntuales de la droga que
origina el tratamiento o consumos habituales de otras. Por ejemplo,
consumo habitual de alcohol en pacientes en tratamiento para dejar
la heroína, etc. La persona tiene grandes dificultades
para entender los conceptos y el lenguaje relacionado con el cambio
y con el tratamiento. Se suelen reconocer, generalmente, porque
realizan una demanda de tratamiento que tiene como único
objetivo el controlar las consecuencias negativas del consumo
habitual y abusivo.
Normalmente, estas experiencias de abstinencia van seguidas de
consumo, el cual se podrá superar a través de la
definición de objetivos de cambio personal y en relación
con el tratamiento, así como a través del refuerzo
de la atribución interna, con el fin de afianzar la motivación
personal para el tratamiento.
2. Abstinencia organizada con dificultades para introducir
el cambio
Se identifican con los momentos de preparación y acción
y se derivan de la actitud ante la abstinencia de "al mínimo
coste posible", "con el mínimo esfuerzo posible".
Estas personas muestran gran resistencia al tratamiento y presentan
dificultades para pedir ayuda. Los periodos de abstinencia que
se derivan suelen ser cortos y están relacionadas con el
miedo al cambio y a lo desconocido.
Cuando van seguidas de una vuelta, el avance en el proceso de
cambio se conseguirá a través de la toma de conciencia
de la necesidad de establecer un plan de cambio y de tratamiento
para conseguir la abstinencia, así como de la necesidad
de definir los cambios necesarios para el mantenimiento de la
abstinencia. Sería importante especificar las consecuencias
del cambio y de las acciones que implica, reconociendo la necesidad
de una mayor implicación en el cambio y en el tratamiento
en abstinencias posteriores.
"Estuve en la UD ingresado. Salí, estuve 10 días.
Estuve 9 meses abstinente, pero bebía. Andaba con un amigo
pero el se metía. Pues todos los días andando con
él, y le veía como se metía, coca, caballo,
no sé qué. Yo aguantaba, pero al final recaí.
Si hubiera evitado esa costumbre de ir con ese amigo, de estar
en esos momentos, yo supongo que hubiese aguantado."
3. Abstinencia organizada con dificultades para organizar un
proyecto a largo plazo
La experiencia de abstinencia se relaciona con el momento de mantenimiento
del cambio. El tiempo de abstinencia es más largo que en
los casos anteriores y cuando se realiza la vuelta al consumo
o recaída, surgen sentimientos de culpabilidad, fracaso
y el fenómeno de la disonancia cognitiva como consecuencia
del efecto de violación de la norma.
Las recaídas, en estas ocasiones, son consecuencia de
la dificultad de construir un proyecto de vida estable a largo
plazo y corrigen los cambios anteriormente establecidos que no
hayan sido ni válidos, ni funcionales. Las recaídas
permiten reconocer la necesidad de introducir nuevos cambios en
el estilo de vida y de adquirir habilidades relacionadas con la
necesidad de flexibilizar la primera estructura creada, favoreciendo
la reflexión sobre el tipo de persona que se desea ser.
Sería importante que deriven en propuestas que garanticen
el mantenimiento del cambio a largo plazo.
TIPOLOGIA CLÍNICA DE LAS RECAÍDAS
Podríamos distinguir cuatro tipos diferentes de recaídas
en la clínica que aparecen en los tratamientos.
- Consumos-Recaídas reincidentes al inicio de los tratamientos.
- Consumos-Recaídas ligados a la significación
de la toxicomanía en la historia individual y relacional
del paciente.
- Consumos-recaídas en cortocircuito como procesos de
respuesta condicionada a ciertos estímulos.
- Consumos-Recaídas automedicamentosos.
Se plantea un análisis de los consumos y de las recaídas
diferenciando estas dos conductas y circunscribiéndolas
a los tratamientos. Debemos de diferenciar las recaídas
y los consumos que se producen fuera de los procesos de tratamiento
(estén éstos estructurados o no) como un proceso
de continuidad en la conducta y significado de la misma; un "más
de lo mismo" de aquéllos que aparecen en el interior
de un proceso terapéutico.
El marco del proceso terapéutico hace que la recaída
y/o el consumo adquieran un significado distinto del "más
de lo mismo" al ser una conducta y una comunicación
en la escena de la relación paciente-equipo terapéutico.
Es, en esta escena, donde podemos encontrar los cuatro tipos a
los que antes hacíamos alusión.
1) Consumos-Recaídas reincidentes al inicio del tratamiento.
Aparecen normalmente como consumos y no como recaída en
el tratamiento al comienzo de los mismos, especialmente en los
programas de mantenimiento con metadona. Suponen en realidad una
puesta a prueba de la mecánica de las intervenciones. ¿Me
hará efecto el tratamiento, la metadona, el medicamento,
la terapia...?. ¿Cómo reaccionarán el profesional
y el proceso ante esta conducta?. ¿Hablarán conmigo?.
¿Harán la vista gorda?. ¿Modificarán
la dosis?. ¿Me cambiarán el tratamiento?. ¿Me
explorarán?. ¿Hasta dónde llega la tolerancia
de este programa?.
Siempre necesitan una respuesta
y suelen desaparecer a medida que el programa se instaura. Son
consumos que van a permitir ajustar las pautas y las reglas del
tratamiento, definiendo una cultura del proceso terapéutico
y de las reglas en las relaciones paciente-profesional.
2) Consumos-Recaídas significantes. Son consumos
ligados a la significación de la toxicomanía en
la historia individual y relacional del paciente. Cuando se aborda
el consumo de drogas desde una perspectiva amplia, bien sea a
nivel individual o de todo el sistema en el cual se desarrolla
el consumo, se produce un efecto de narrativa en el cual el consumo
de drogas adquiere una significación ligada a un proceso
en la propia historia del sujeto o de su familia nuclear o ampliada.
En muchas ocasiones observamos cómo el consumo de drogas
es "útil" para el individuo o su sistema referencial
y esta utilidad es descrita, narrada por el sujeto y su familia,
en un intento de explicarse a sí mismo y a los demás
los comportamientos y los problemas. Esta narrativa es cerrada,
se justifica a sí misma y está impidiendo un proceso
de cambio. El sujeto y la familia están bloqueados en el
interior de dicha narración.
La terapia consistiría en modificar dicha narración,
la familia, al cambiar la historia cambia la percepción
sobre su propio comportamiento y se permite a sí misma
modificarlo. En el proceso terapéutico de este cambio,
muchas resistencias surgirán intentando "que todo
siga igual". Los temores al cambio se expresarán a
través de intentos de vuelta atrás en el proceso.
En este sentido, pueden aparecer las recaídas que, a diferencia
del caso anterior, aparecen cargadas de significado. Son señales
que nos plantean de nuevo los bloqueos existentes en el sujeto
y su familia para poder modificar su comportamiento.
La respuesta a estas recaídas se encuentra en el interior del propio proceso terapéutico. Tiene
que ver con las técnicas del mismo y en muchas ocasiones
van a permitir relanzar el tratamiento. Se les debe dar una lectura
en consonancia con el significado del síntoma, "consumo
de droga", en el interior del sistema y del individuo. Tiene
que formar parte de la narrativa propia de la familia y del individuo
y también de la narrativa del tratamiento. La recaída
adquiere unas características de información y comunicación
sobre lo que ocurre en este proceso de cambio.
3) Consumos-Recaídas en cortocircuito. Consumos
en cortocircuito como procesos de respuesta condicionada a ciertos
estímulos. Juan lleva mucho tiempo en tratamiento y abstinente
y vuelve un día a su casa como cada fin de semana. Al pasar
por la calle decide cambiar de circuito, atraviesa un descampado
donde siempre consumía y dos colegas suyos surgen de detrás
de unas ruinas totalmente "puestos". Son las seis de
la tarde, "su hora habitual de consumo". Estos componentes:
lugar, amigos "puestos", hora, generan en Juan un aumento
de la ansiedad tan grande que le coge por sorpresa: "No creí
que esto me fuera a pasar". La ansiedad es enorme y las ganas
de consumir irrefrenables. Juan no sabe qué hacer para
rechazarlas, se mete en un bar, pide varias copas de pacharán
y se emborracha. Llega a casa en mal estado y al día siguiente,
totalmente desanimado, acude de nuevo a su centro de tratamiento.
Este tipo de recaídas en cortocircuito aparecen casi
como una respuesta condicionada a una serie de estímulos
precisos y asociados de forma precisa al proceso de consumo. Lo
que más llama la atención en ellos no es la existencia
de dichos estímulos, sino el hecho de que éstos
cogen totalmente desprevenido al sujeto, colocándole en
situación de pérdida de control.
Los trabajos específicos sobre las recaídas en
sentido clásico con grupos, que pretenden identificar dichos
estímulos y preparar al sujeto frente a las
reacciones que provocan dichos estímulos son el instrumento
más válido del trabajo.
4) Consumos-Recaídas automedicamentosos. En muchas
ocasiones los consumos no aparecen como respuesta a estímulos
concretos, ni siquiera tienen una significación en el interior
de un proceso, sino que de forma regular e incomprensible el propio
paciente acude al consumo muchas veces tras largos procesos de
tratamiento y de abstinencia, o en programas de metadona bien
estructurados, como una forma de necesidad de equilibrio químico.
No existe ninguna búsqueda euforizante sobre el efecto,
no existe una utilización comunicativa del mismo, no es
un proceso de identificación de rol "toxicómano",
ni un consumo transgresor. Se presenta en procesos de inestabilidad
emocional grave, con grandes niveles de ansiedad y de angustia
que quedan reducidos a través de consumos escondidos o
privados muy semejantes a procesos de automedicación.
El Dr. Casas de la Universidad de Barcelona los plantea como
un desequilibrio neurofisiológico del sistema opiáceo
endógeno que requiere un aporte exterior para recobrar
la estabilidad. Nos encontramos ante recaídas
con escasa capacidad de control y repetitivas, que solamente podrán resolverse a través de una intervención
medicamentosa.
Estos cuatro tipos de recaída que hemos descrito no se
presentan de forma aislada sino que pueden aparecer coexistir,
siendo, a su vez, las estrategias de intervención combinadas.
CONCLUSIONES
Algunas de las conclusiones que el análisis realizado
sobre las recaídas nos permite señalar son las siguientes:
En primer lugar, destacar la importancia de trabajar los procesos
de recaída, ya que son parte del tratamiento.
En segundo lugar, sería interesante situar la recaída
dentro de los dos ejes formulados: Por un lado, el momento en
el que el paciente inicia un periodo de abstinencia no mantenida
y su relación con el proceso de cambio, a través
del cual, la vuelta al consumo y su recuperación se puedan
convertir en experiencias de aprendizaje positivas para el mismo.
Por otro lado, el eje que permite dar un significado clínico
del consumo y de la recaída dentro del tratamiento.
En tercer lugar, resaltar la necesidad de distinguir entre el
análisis del proceso que conduce a una caída o recaída,
del análisis de las consecuencias de la recaída.
Esta distinción permitirá elaborar pautas de intervención
especificas en cada una de las dos situaciones y no sólo
comprender el significado de estas conductas sino sobre todo dotar
a nuestros pacientes de mecanismos de control eficaces sobre las
mismas de cara a la resolución de sus problemas.
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