¿Qué puedo hacer si tengo un
problema por beber alcohol?
En esta Guía te planteamos distintas situaciones que te
pueden haber pasado, a ti o a tus amigos y amigas.
La idea
es que reflexionéis sobre ellas, pensando qué
haríais en cada una y dónde podríais buscar
información si la necesitáis.Siéntete libre de
hacernos llegar cualquier duda o sugerencia.
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los contenidos.
Manuel estaba con sus amigos en una discoteca y David, uno de ellos, se empezó a encontrar mal. Había bebido alcohol, sí, pero, además de por los efectos del alcohol, a Manuel le pareció que algo extraño le que estaba pasando a su amigo. Decía muchas tonterías, decía que "se le iba la cabeza", etc. David parecía asustado, y Manuel empezó a preocuparse. Habían ido los dos solos y no conocían a nadie más. Sus familiares no sabían que estaban allí.
En la urgencia, tenía que haber llamado al 112 (en el Estado español). Es mejor prevenir que lamentar.
También podía haber llamado a su padre o madre, a los de su amigo, o a otra persona adulta que les hubiera ayudado.
Cuando una persona tiene problemas para pensar o hablar correctamente, y dice o ve cosas raras, no se sabe cuándo se va a recuperar. No tiene por qué pasársele este efecto en unas horas. A veces tarda mucho, cuanto antes se actúe, mejor.
¿Sabías que las personas menores de edad, tienen más probabilidades de tener problemas mentales serios, cuando consumen alcohol u otras drogas? Pues, sí.
Estaban en las fiestas del pueblo y María estaba vomitando…
Todas las amigas habían salido a las actividades de la
mañana, después habían pasado por la comida que
se celebraba en la plaza y habían estado en el encierro de
toros por la tarde.
Habían empezado a beber desde la
mañana, como si se tratara de un juego. Después de
comer se sentían mal, no controlaban lo que decían
pero, aún así, seguían bebiendo. Laura
empezó a temblar, no sabía lo que decía y
parecía que iba perdiendo la conciencia.
Laura ha tenido una intoxicación etílica, por haber bebido más cantidad de la que su cuerpo podía tolerar.
Cometió varios errores; empezar a beber antes de tiempo, beber grandes cantidades, durante mucho rato, y no saber parar.
Una intoxicación etílica produce desde desinhibición en el habla y la conducta, hasta coma, depresión respiratoria (incluso muerte en algunos casos).
El temblor, la sensación de frío, la falta de equilibrio, el descontrol de los pensamientos y las palabras, las lagunas en el pensamiento, son algunas de las señales de alerta que indican la intoxicación etílica.
Antonio empezó a consumir alcohol con 16 años. Al principio con dos o 3 cervezas tenía suficiente. Poco a poco fue necesitando de alguna más y de algún extra como fumar algún porro para mantener el puntillo que le gustaba. Ha tenido algún susto con este tema de saber cuánto beber y cuándo parar, en forma de vómitos e intoxicación etílica,y en más de una ocasión ha amanecido dormido en mitad de la calle.
Antonio no sabía que cuanto más consumía una droga, más cantidad necesitaba para conseguir el mismo efecto, y que eso le llevaría a la adicción.
El consumo de drogas es muy difícil de controlar, y sus efectos llegan a ser muy desagradables, exponiéndote a muchos riesgos.
Al consumir recibía algo que le gustaba o que le quitaba algún malestar o pensamientos desagradables, tristezas, etc., por eso repetía la conducta sin pensar en las consecuencias.
Antonio no sabía que te vas acostumbrando al alcohol y a las otras drogas, y para conseguir los mismos efectos, cada vez necesitas más, empeorándolo todo.
Marta salía con sus amigas como siempre. Al igual que ellas solía beber unas cervezas y fumar algún porro que compartían entre todas. Siempre había sido la más echada hacia adelante y la que había probado todo a la primera. Los fines de semana iban a una macro-discoteca y a veces junto con alguna otra amiga también "echada para adelante" como ella, pillaba alguna pastilla de éxtasis. Algunas veces acaba llegando a casa de fiesta el domingo al mediodía, o incluso a la tarde, con la excusa de que se quedaba a dormir en casa de alguna de sus amigas. El lunes en clase estaba con una resaca que hacía que se quedara dormida encima del pupitre, y en una ocasión ni siquiera comprendía lo que el profesor le decía, como si le hablara en otro idioma.
La falta de control por parte de padres, madres u otros familiares o adultos, no permite llevar una vida organizada, y esto es lo que le ha pasado a Marta.
Los consumos de fin de semana impiden descansar y luego estudiar entre semana, también por seguir bajo los efectos de las sustancias; y sigue habiendo falta de reflejos, de concentración, etc.
La mezcla de dos drogas diferentes hace impredecible los efectos de ambas.
También hace más difícil el distinguir los efectos de una y otra, por lo que Marta no supo cuando parar y fue tomando cada vez más.
Marta, al mezclar porros y alcohol aumentó su desorientación, y probablemente sintiera un sudor frío, pérdida de fuerzas, mareos, etc.
Con la mezcla de alcohol y anfetamina, Marta potenció la acción depresora de su sistema nervioso e inmunitario, por lo que aumentó las posibilidades de enfermedades, gripes, etc., así como de deshidratarse, sufrir un golpe de calor, perder el control de su conducta, etc.
Luis tiene 16 años. En su grupo de amigos todos menos
él, bebían alcohol todos los fines de semana. Al
principio lo llevaba bien, pero al final se planteó empezar
él también a beber. Se sentía el bicho raro del
grupo, sus amigos le llamaban "el muermo" porque no
bebía más que zumos durante la noche y él
sentía que no beber alcohol le estaba excluyendo un poco del
grupo.
Cuando sus amigos bebían, le parecía que
hablaban un idioma que él no entendía y eso no le
gustaba. La chica que le atraía, Sofía, solía
ir junto con sus amigas a beber con Luis y los demás.
Comenzaba a pensar que el alcohol le podría ayudar a
desinhibirse y a acercarse, y quién sabe si incluso a llegar
a salir con ella.
Luis se ha sentido presionado por sus amigos, para consumir.
Para Luis era importante lo que decían sus amigos, ya que compartir con ellos y sentirte valorado era lo que él quería.
Sin embargo, aceptar lo que sus amigos le pedían era perjudicial para él.
Lo primero que tenía que haber hecho es comparar lo que él quería con lo que quería Sofía, y valorar si le interesa ceder ante algo que le puede perjudicar.
Una vez tomada la decisión, Luis se la tenía que haber comunicado a Sofia.
Juan tenía 16 años. Consumía alcohol los fines
de semana junto a sus amigos desde los 14-15 años. Para
conseguir alcohol solía ir a supermercados a comprarlo, ya
que era mucho más barato y con la paga que le daban sus
padres no le llegaba para más. Para conseguirlo entraba al
supermercado con dos o tres amigos e iba preguntando a los clientes
a ver quien le podía pasar el alcohol por la caja, porque a
ellos no les vendían.
Siempre encontraban a alguien
que pensaba: "todo el mundo ha sido joven alguna vez", y
pensaban que las personas mayores cuando eran jóvenes
también habían tenido que pasar por el rollo de tener
que pedir a gente adulta que les pase el alcohol por la caja.
Para una persona menor de edad todas las drogas son ilegales.
La ley no permite ni beber, ni fumar ninguna sustancia.
El consumo de alcohol no está permitido antes de los 18 años. Tampoco su venta a menores de esta edad.
La policía o cualquier persona adulta pueden llamar al padre o a la madre o a cualquier otra persona responsable.
En el caso de que le impongan una multa, ésta tiene que pagar el padre o la madre o el tutor/a.
Si se comenten delitos, se puede producir el internamiento en un Centro de menores.
El Juez puede imponer un tratamiento psicoterapéutico como penalización.
Si alguien vende a una persona menor tabaco, alcohol u otras drogas, puede ir a la cárcel.
Javier llevaba unos meses, aumentando cada fin de semana las cervezas que bebía y los porros que fumaba. Ya no salía con los amigos de siempre, y casi nunca estaba con su padre o con su madre. Sin embargo, seguía saliendo con la bici de montaña, lo que más le gustaba. Cruzaba la ciudad para ir a una zona verde que había cerca de allí. Antes de salir de casa, tenía que fumarse un porro, ya que se encontraba mejor bajo sus efectos.
Los riesgos que estaba asumiendo Javier son los de tener un accidente, ya que la mezcla de la bebida y los porros, le producían desorientación, y enlentecimiento general de los reflejos, etc., aumentando los efectos alucinógenos del porro.
Bajo los efectos de estas sustancias, el haber estado andado en bici, ir al monte, etc., ha hecho que Javier corra riesgos como perderse, caerse y hacerse daño, etc.
Diríamos que Javier abusa de una droga, si en los últimos 12 meses, hubiera estado en alguna de estas circunstancias:
Andrés comenzó a fumar hachís con 16 años. Al principio lo hacía de una manera esporádica (fines de semana, ocasiones especiales...), pero poco a poco fue adquiriendo el hábito hasta fumar diariamente. Cuando estaba "rayado" o quería simplemente evadirse de los problemas que tenía con los estudios, no dudaba en fumarse los porros que necesitara. Poco a poco fue dejando de hacer deporte, de ir al monte, de ir al cine, y fue encerrándose en planes que incluían siempre el consumo de hachís. Era lo que más le importaba.
Andrés estaría dependiendo de las drogas, en el caso de que, en los últimos 12 meses, le hubieran ocurrido al menos tres de estas situaciones:
Carlos decía siempre que él "controlaba" el
tema de las drogas y que sabía dónde estaba la
línea que no había que pasar. Por eso bebía
alcohol y fumaba porros pero se enorgullecía siempre al decir
que no había probado nunca nada más y que nunca pasaba
esa línea, con lo cual él siempre decía que
"estaba a salvo del peligro".
Al principio nunca
mezclaba, poco a poco empezó a beber alcohol cuando fumaba
hachís, y le gustaba, porque el efecto era mucho mayor.
Los efectos de las drogas dependen de cómo te encuentres, de cómo absorbas las sustancias y las metabolices, etc., por lo que hay riesgos en cualquier consumo.
Las mezclas de drogas aumentan los riesgos de que te sienten mal, y de que te enganches a ellas.
La mezcla de alcohol y hachís, hace que las alucinaciones sean mayores, te bajen las defensas, te sientas enlentecido, más descontrolado, y con menos reflejos.
Cristina salía todos los fines de semana con sus amigas. Solían quedar para beber en un aparcamiento que había cerca de la discoteca a la que solían ir. Bebían de manera compulsiva hasta que prácticamente perdían la cabeza. Cuándo iba muy pasada de alcohol, Cristina consumía speed, y así conseguía anular un poco el colocón del alcohol. El speed era barato y le permitía disfrazar los efectos del alcohol, ya que con las cantidades que bebía no estaba en condiciones de entrar en la discoteca a bailar y charlar con sus amigos/as.
El alcohol altera el metabolismo del speed, y aumenta su concentración en sangre, impidiendo la disminución de sus efectos.
A su vez, el speed hace que no se note la borrachera, por lo que el riesgo de intoxicación etílica es mayor, porque bebes más.
Bajo los efectos del speed, aumenta mucho el riesgo de consumir mucho alcohol.
También puedes tener problemas porque tienes más probabilidades de deshidratación o de tener un golpe de calor.
Mezclando speed y alcohol, vas a consumir más de ambas drogas, que si no las mezclaras.